martes, 23 de octubre de 2007

Sobre dos, que cayeron en picado


La gemelocracia polaca tocó fondo el pasado fin de semana. Eran muchos los que auguraban un destino fatal para el gobierno de los ultraconservadores católicos que han sido inscritos en la Historia como la legislatura más corta jamás desempeñada en la joven democracia polaca.

En las elecciones generales celebradas en Polonia en 2005, como consecuencia de los fallos de anteriores gobiernos en el poder, fueron elegidos como altos mandatarios de la república los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, como Presidente de la República y Primer Ministro respectivamente. Ambos pertenecientes al partido Ley y Justicia, resultado de los coletazos del antiguo sindicato en el poder Solidaridad y del partido Alianza Democrática de la Derecha, crearon una política derechista y ultraconservadora que pretendía implantar un régimen autócrata y personal (hasta el punto de no tener buenas relaciones con Europa pese a que su propio partido es ampliamente europeísta), además de restablecer la pena capital y luchar en la contra de la práctica de la eutanasia, el matrimonio homosexual o la legalización de las drogas.

Como en una película de aventuras, reseñemos que los Kaczynski protagonizaron un filme épico en los 60 titulado Sobre dos, que robaron la luna, los dos gobernantes tomaron la empuñadura de la espada para empezar a cortar a diestro y siniestro las libertades, de las que los polacos gozaban tras el derrocamiento del comunismo por parte –paradójicamente- de Solidaridad hace apenas 2 décadas, limitándolas tan sólo a unas cuantas.

Aliados fieles del Vaticano por aquello de que Juan Pablo II, artífice de la transición con ayuda de la CIA, era a la par polonés, los gemelos Kaczynski llamaron la atención el pasado periodo estival por vetar la programación de los teletubbies en la parrilla televisiva al considerarlos fomentadores de la homosexualidad; igual trato recibió la punzante serie británica de culto Little Britain que fue prohibida ya de antemano por contener en sus múltiples sketches algunos personajes de naturaleza gay, de entre todos ellos: un cura.

El “neopuritanismo” que deseaba instaurar el gobierno no terminaba de calar entre la población enmarcada en un entorno dentro de la comunidad europea en constante cambio. La prohibición de que personas del mismo sexo fueran sorprendidas de la mano o besándose en lugares públicos, las patrullas policiales en las playas persiguiendo a mujeres en topless con penas de multa, la censura a los medios de comunicación, la utilización de cámaras de vigilancia en las escuelas o la renuncia a utilizar anestesias en los pacientes en los hospitales públicos, sumado a los incesantes casos de corrupción dentro del gobierno, particularmente el caso de el ex-viceprimer ministro Andrzej Lepper, provocaron las unánimes protestas del pueblo polaco que se tradujeron en una contestación en forma de elecciones, perpetrándose estas dos años antes de finalizar la legislatura.

El partido Ley y Justicia consideró en su momento que era cierto el que hubiesen tenido lugar una serie de errores dentro del gobierno, pero en ningún instante se retractó de todas las innecesarias medidas adoptadas por la administración, que más que progreso suponía un retraso garrafal e inquisitorio dentro de la sociedad.
Sin embargo los polacos no perdonan y decidieron repartir sus votos entre los candidatos electos, saliendo vencedor, tras una jornada electoral que fue tildada de caótica (las más concurridas desde 1989), el representante del partido liberal Donald Tusk (Plataforma Cívica), que aseguro poco después de su elección que estaba agradecido a todos los polacos que lo habían votado porque así demostraban que amaban a su país.

Ahora Tusk afrontará el desafío de solventar los destrozos coyunturales de un país cada vez más presente en la Unión Europea.
Su reto será el de deshacer el nudo gordiano trabado por Kaczynski (Jaroslaw en éste caso, ya que Lech seguirá como Presidente de la República hasta nuevas elecciones presidenciales), que esperemos que como ocurrió al Gran Alejandro sea de forma rápida, certera y de un sólo golpe.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Hollywood a la caza de Kane


Rosebud, Rosebud… Esta frase es la chispa que enciende la mecha de la considerada como mejor obra fílmica de todos los tiempos, Ciudadano Kane, a causa de la cual un dicharachero periodista comienza a investigar, llevando a cabo una serie de entrevistas a diversas personalidades, la vida de Charles Foster Kane, el magnate de la prensa amarilla basado como todos sabemos hoy día en el astuto y malogrado William Randolph Hearst.

La cinta obtuvo inmediatamente tras su estreno una acogida asombrosa, tanto por parte del público como por la crítica. Sólo los sectores más cercanos a la prensa de Hearst intentaron boicotearla.

Orson Welles fue considerado un genio en el que fue su primer filme, dirigido con apenas veinticinco años. Considerado un niño prodigio durante su infancia, el orondo actor/director en su madurez puso voz a aquellos ataques marcianos de La guerra de los Mundos en la versión radiofónica de la CBS, que provocó el éxodo inmediato de los habitantes de Nueva Jersey.
Gracias a este afortunado acierto, fue llamado por la RKO firmando un millonario contrato por el cual tenía la libertad de escribir, dirigir, protagonizar y producir algunas películas.
Welles lo tuvo muy claro desde el principio, una de sus ideas era llevar a la gran pantalla una adaptación de El cuarto mandamiento, novela de Booth Tarkington ganadora del Pulitzer, que realizaría después de Ciudadano Kane. El guión de esta última estaba basado en una idea original del propio Welles, contando con la ayuda –ya que era el primer guión al que se enfrentaba- de Herman J. Mankiewicz –hermano de Joseph L. Mankiewicz- junto al cual ganaría el Oscar al mejor guión cinematográfico original, único de los nueve a los que aspiraba la película.

El Oscar, único de la carrera del director de Winsconsin, se ha convertido en manzana de la discordia entre productores, cinéfilos, académicos, coleccionistas, subastadores y pujadores. Es ahora que sale a subasta por mediación de Sotheby’s cuando vuelve a molestar la espiníta en la Academia de Hollywood.

Desde el año 1950 la entidad de Los Ángeles prohibe terminantemente bajo contrato la venta o trueque como valor de cambio de la estatuilla dorada, sin antes venderla a la Academia por el simbólico precio de 1 dólar.
Hasta entonces la cosa había ido bien, nadie había intentado consumar la hazaña con antelación; sin embargo el avispado de Welles tuvo la osadía de deshacerse de él, a espaldas de la Academia por supuesto, regalándolo como pago a un realizador por un trabajo que había hecho. Éste realizador lo tuvo guardado en su casa hasta que lo sacó de nuevo a la luz, momento hasta el cual se consideró perdido.

Años después sería reclamado por Beatrice Welles –la hijísima- como herencia familiar y el juez de turno decretó que fuera suyo. La Academia estuvo contenta mientras duró el romance entre la estatuilla y la señorita Welles, pero tras un intento de subasta emanaron los recelos de la Academia de Hollywood, que intentó evitar que la gesta se realizara correctamente.

Finalmente en 2003 el Oscar fue vendido a una organización dedicada a la salud y la educación llamada Dax Foundation, responsable de sacarla ahora a puja.

Aunque se ha recurrido, vía legal, a la propiedad de la Academia sobre el Oscar, en realidad éste nunca ha estado sostenido bajo ningún contrato puesto que en 1941, año en el que fue concedido, no existía la “ley” académica de propiedad absoluta sobre el monigote de la espada.

Como ocurrió con los premios que recibió Lo que el viento se llevó (el de mejor película que alcanzó la cifra de venta de 1,5 millones de dólares, y el de Vivien Leigh a la mejor actriz que se saldó por 550.000 dólares), al Oscar de Ciudadano Kane le espera una subasta movidita. Se especula que alcance la cifra de 1,2 millones para cuando sea subastado el próximo 11 de diciembre en la casa de subastas de Sotheby’s en Nueva York. Allí mandará la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood un séquito de postores para intentar terminar así con un final feliz esta larga historia.

Dijo alguna vez Orson Welles que lo peor de todo es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude.

Pues eso, suerte para la Academia.

sábado, 13 de octubre de 2007

Oriente es (a medias) Occidente


Oriente va sufriendo -lentamente- un proceso de ¿occidentalización? que va quedando marcado por los pequeños detalles que quedan latentes en el día a día, en la vida cotidiana.
Es el resultado de la globalización y de la ley de la oferta y la demanda que no entiende de fronteras, y que sólo tiene como objetivo alcanzar todos los mercados posibles donde y como sea para generar los mayores beneficios.

En el año 2002 un empresario y político francés de origen tunecino ante la demanda de productos no alcohólicos en los países árabes (con un mercado cada vez más aperturista a la economía occidental) y como forma de plantar cara al imperialismo yanqui, lanzó al mercado un producto estrella dirigido al consumidor islámico: la Mecca-Cola.
El refresco, duro competidor oriental de la Coca-Cola, viene generando desde entonces unos ingresos de escándalo, y es a día de hoy objeto de estudio para los economistas debido a la rapidez con la que ha conseguido hacerse un sitio en el mercado y convertirse en producto esencial dentro del seno de la familia islámica.

Cinco años después, la empresa norteamericana Noorart Inc ha sacado al mercado una muñeca que a las pocas semanas de salida ha logrado a convertirse en éxito de ventas en países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia. Se trata de Razanne, una copia burda de la Barbie de toda la vida que a diferencia de esta luce un tono de piel más oscura, cabello y ojos castaños, velos y trajes a la usanza islámica y ¡hasta una alfombra para rezar!
Razanne tiene más de veinticuatro versiones distintas, aunque quizás la favorita de las niñas sea la Praying Razanne (Razanne oradora) que tiene como accesorios un traje especial para rezar, una alfombra (ya citada anteriormente) y una versión en miniatura del Corán. Otra de las mejor vendidas es la Razzane In and Out, que trata de demostrar en esta peculiar versión como es la vida de la mujer musulmana dentro y fuera de casa, combinando los trajes típicos y elementales de vestir cuando se sale de casa, con los que se pueden llevar dentro de ella (incluye modelitos fashion a la última).
Por curiosidad Razanne no es ni por asomo ni la primera ni la única en el mercado que haya sido creada especialmente para las niñítas de Alá. El año pasado sin ir más lejos apareció en Oriente Medio la muñeca Fulla, de la que se vendieron más de 1.500.000. Para entonces ya estaban en el mercado los primeros prototipos de Razanne y otra muñeca llamada Sara que pasó con más pena que gloria.
También la Mecca-Cola ya tenía una competidora cuando salió al mercado ya que una empresa iraní comercializaba la ZamZamCola, que a día de hoy ocupa el segundo puesto de ventas. Más tarde aparecería la Quibla Cola que ha enfocado sus ventas a un mercado más amplio llegando a considerarse la Mirinda de Oriente Medio.

Si estos productos han conseguido ventas mayores ha sido lógicamente para competir con otros que se consideran fuertemente occidentales. Pero lo cierto es que no se mira más allá de lo que puedan representar a primera vista. El que sólo se comercialice por estos países o esté indicado para ser vendido a familias musulmanas es sólo un enfoque estratégico que las empresas de publicidad y marketing prestan a las compañías. La Mecca-Cola tiene sede en Francia y no sería de extrañar que guardara sus ingresos en bancos de la vecina Suiza, por lo tanto los beneficios quedan fuera de tierras árabes. Con Razanne la historia vuelve a ser la misma. La beneficiosa muñeca de piel dorada se fabrica, empaqueta y distribuye directamente desde Michigan.

Pero Razanne no fue creada para competir directamente con la Barbie, sino para buscar un mercado fijo dentro de un entorno específico. Las niñas musulmanas nunca podrían sentirse identificadas con otras muñecas que no tuvieran las características de esta. Por eso es aquí donde se fundamenta primordialmente el éxito ejecutado por esta empresa.
Noorart Inc también podría haber vendido muñecas de plástico análogas a Barbie en EEUU, pero habrían tenido que cerrar en el primer mes de producción.
Entre tanto hay que considerar que es el enfoque que se de el que tiene la palabra en el mundo de los negocios, y si no que se lo pregunten a los publicistas de Dove.

miércoles, 10 de octubre de 2007

El gato que cambió las botas por sandalias (a.k.a. Joseph y Chico)


Es curioso como el arte imita a la realidad y la realidad al arte; la vida a la ficción y viceversa.

En los años de la “milagrosa” generación que cambió Hollywood –entiéndase por esta a aquella de los tiburones y los extraterrestres, espadas de luz y taxistas perturbados, mafiosos y exorcismos- allá por los 70, un judío de mediana estatura -y no se trata de un clarinetista por todos conocido- discípulo de Kubrick, manejó a su suerte y a contracorriente del gusto del público de la época un género en decadencia y que no volvería a florecer hasta finales de los 90 y principios del presente siglo por obra y gracia del cine independiente: la comedia dramática; cosechando notables obras como Bob&Ted&Carol&Alice (1969) o Una mujer descasada (1978), de entre las cuales sobresalía una pequeña joyita llamada Harry y Tonto (1974) que narraba la historia de un viejo profesor viudo que emprendía un viaje de Nueva York a Los Ángeles acompañado de su fiel gato Tonto.

Curiosamente esta semana se publicó un libro que guarda similitud en cuanto al título de la película y en lo que a personajes se refiere. Joseph y Chico (que es como se titula) cuenta a través de los ojos de un gato la vida de su amo, que no es nada menos que el Papa Benedicto XVI. En realidad el “cuento” por así llamarlo, narra a modo de biografía -atención- autorizada la vida del pontífice desde su más tierna infancia en Alemania hasta su elección como Suma Autoridad. Lo más extraño de todo es que Ratzinger haya dado el visto bueno al libro, por lo que no es de extrañar que más de uno piense por Italia que lo haya hecho para quitarse el sambenito que lo persigue desde que lució por primera vez la tiara; popularmente es nombrado jocosamente por el pueblo romano como el “pastore tedesco” –literalmente pastor alemán- y todos sabemos de buena tinta que los perros y los gatos no se llevan bien, por eso será que el gato sea la voz omnisciente del relato y que cuente todas las bondades de las que su amo ha sembrado el mundo. Por su parte el sacerdote Ganswein, mano derecha del Pontífice, a escrito el prólogo de la primera edición y como cabría esperar exalta lo maravillosa que puede llegar a ser la lectura del libro al que califica como “verdad y muy interesante”.

Benedicto puede que sea aficionado tanto al fútbol –la recién fundada Clericus Cup se a producido bajo su pontificado- como a la literatura, ya que por lo que se ve la jugada le está saliendo redonda, no podía tener mejor publicidad de sí mismo. Es en este preciso punto donde empiezan a confluir la ficción y la realidad, o mejor dicho la realidad que se quiere parecer a la ficción o la ficción que quiere maquillar la realidad.

Woody Allen (ahora sí) en su película Misterioso asesinato en Manhattan (1993) refleja magistralmente en la medida escena final, entre los bastidores de un teatro antiguo y bajo los efectos ópticos producidos por los espejos, la solución a la hipótesis sobre que la vida es la que imita al arte (entendido como ficción) y no al revés.

Sin ir más lejos, el australiano Morris West escribió Las sandalias del pescador de manera fortuita con el único objetivo de poder seguir comiendo. La novela, que al poco tiempo se convirtió en tiras de celuloide, alcanzó la cota máxima de ventas década y media más tarde como consecuencia de la elección de Karol Wojtyla como Papa, cuya vida era casi calcada a la del protagonista Ciril Lakota. Al igual que este también estuvo trabajando en una cantera o fue igualmente precursor de un lavado radical de imagen al Vaticano; además, como en la novela, Wojtyla fue el primer cardenal de un país del este en ser nombrado Papa. Desde entonces West es sinónimo de profeta.

A diferencia, Joseph y Chico cuenta las peripecias de dos amigos, dos vidas unidas por un estrecho lazo de fidelidad, que están aderezadas con pasajes que invitan al lagrimeo fácil, como aquel en el que el amigo felino salva a su amo de morir ahogado como si de una versión moderna (alterada y santificada) del cuento de Perrault se tratara. Por todo esto podemos deducir que ni Joseph (el del relato) es ni por asomo el Lakota de West, ni tampoco el Harry de Mazursky. Aunque ¿quién sabe? A lo mejor algún día su Santidad decida huir de la monotonía vaticana y emprenda un viaje a sus orígenes acompañado de Chico.

El libro, escrito por milanesa Jeanne Perego, saldrá publicado la próxima semana no exento de polémica. Para ello la editorial Messagero di Padova a lanzado una campaña de promoción dirigida exclusivamente a los niños.

Si la fórmula funciona, no sería extraño que publicaran una segunda parte titulada Joseph e Ingo, el golden retriever que acompañó a Ratzinger durante su estancia en Baviera.