Desde hace unas semanas y por primera vez en la historia de Argentina, una mujer ha sido elegida presidenta de la República; mandataria electa democráticamente, pero no la primera que dirige la Casa Rosada, ya que allá por los 70 gobernó el país del río de la Plata ‘Isabelita’ Perón -seudónimo de María Estela Martínez- que ocupó el sillón de su marido Juan Domingo Perón después de que este feneciera en 1974. Sin embargo, y pese a que fue Isabelita la única mujer que había presidido la nación, fue otra esposa de Perón, Evita, la que tuvo la capacidad de llamar a las masas porteñas, la madre del feminismo peronista, que sirvió de estrecho enlace del gobierno con los sindicatos y fue baluarte del mismo en el plano de las relaciones internacionales.
Con esta última (archiconocida por el musical de Lloyd Webber) se la compara a Cristina Fernández de Kirchner, nueva presidenta de una argentina en plena reconstrucción económica que ha funcionado en la legislatura de su esposo de la misma manera que la actriz de bruñidos bucles, intermediaria, consejera, portavoz y cara publicitaria del partido.
A Cristina le gusta coquetear con la prensa, con el mundo de la política y con los electores. Se habló antes del cierre de las urnas, sobre su candidatura, que no se le podía pedir que tomara las riendas de un país con hambre y problemas económicos a una mujer que tarda más de una hora en emperifollarse. Que se preocupa más de cómo va a salir en una foto y cuidar el maquillaje que cubre sus ya inminentes arrugas –síndrome de Sissi-, sin perder en ningún momento esa fotogenia que la caracteriza, como ocurrió otrora también a Evita.
A la de Kirchner también se le ha comparado con Hillary Clinton, porque ambas han respaldado las campañas políticas de sus maridos y los han secundado de cara al pueblo, para crear su imagen, y posteriormente han establecido un hueco dentro del panorama político respectivamente de cada uno de sus países. Para fortuna de la argentina ella ya maneja los hilos de la república, pero por el contrario la Clinton aún espera ansiosa que su partido la designe para poder luchar en las futuras elecciones.
El papel de la mujer en la política ha ido en aumento durante los últimos tiempos, cada vez son más influyentes, manejan altos cargos con una soltura infalible, y en alguna que otra ocasión han gobernado una nación. Margaret ‘dama de hierro’ Thatcher fue el primer prototipo de mujer-gobierno en Gran Bretaña; Angela Merkel lo es en Alemania; Ségolène Royal probó suerte en Francia y Manuela Gretkowska intentó por su lado entrar a formar parte del gabinete de gobierno polaco a lomos de su partido feminista. Recuérdese del mismo modo la carrera política de Illona Staller, alias Cicciolina, que no dudó en enseñar sus sinuosos pechos para conseguir votos u ofertarse en cuerpo (y no en alma) a Saddam Husein con el fin de conseguir la paz en Oriente Medio.
1 comentario:
Hace ya tiempo vi una página de un cómic que decía: la mujer fuma, conduce, pilota, etc.(roles anteriormente exclusivos de los varones). Y como colofón, la última viñeta decía: "y también es madre" Ahora también habría que incluir entre estos trabajos, la mujer gobierna. El rumbo del planeta no va demasiado bien con los gobernantes que tenemos ahora, así que sería bueno explorar el lado femenino de la política, a ver qué tal...
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